En el cap. XLI de la 2ª parte de "El Quijote" me ha sorprendido el encontrar una referencia a un objeto astronómico que no fuese el Sol o la Luna. De hecho Sancho en "su" relato del vuelo montado en Clavileño deja libre a su imaginación y nos "ilustra" con un paseo espacial.
-... Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas; y en Dios y en mi ánima que, como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así como las vi, ¡me dio una gana de entretenerme con ellas un rato...! Y si no le cumpliera me parece que reventara. Vengo, pues, y tomo, y ¿qué hago? Sin decir nada a nadie, ni a mi señor tampoco, bonita y pasitamente me apeé de Clavileño, y me entretuve con las cabrillas, que son como unos alhelíes y como unas flores, casi tres cuartos de hora, y Clavileño no se movió de un lugar, ni pasó adelante.
-Y, en tanto que el buen Sancho se entretenía con las cabras -preguntó el duque-, ¿en qué se entretenía el señor don Quijote?
A lo que don Quijote respondió:
-Como todas estas cosas y estos tales sucesos van fuera del orden natural, no es mucho que Sancho diga lo que dice. De mí sé decir que ni me descubrí por alto ni por bajo, ni vi el cielo ni la tierra, ni la mar ni las arenas. Bien es verdad que sentí que pasaba por la región del aire, y aun que tocaba a la del fuego; pero que pasásemos de allí no lo puedo creer, pues, estando la región del fuego entre el cielo de la luna y la última región del aire, no podíamos llegar al cielo donde están las siete cabrillas que Sancho dice, sin abrasarnos; y, pues no nos asuramos, o Sancho miente o Sancho sueña.
Don Quijote desmonta "científicamente", con los conocimientos de la época, el paseo de Sancho, o mentiroso o soñador.
-Ni miento ni sueño -respondió Sancho-: si no, pregúntenme las señas de las tales cabras, y por ellas verán si digo verdad o no.
-Dígalas, pues, Sancho -dijo la duquesa.
-Son -respondió Sancho- las dos verdes, las dos encarnadas, las dos azules, y la una de mezcla.
Curiosamente Sancho acierta en parte con los colores de las cabrillas: son azules. Además demuestra tener buena vista pues ver más de 5 ya se requiere una gran agudeza visual. Desde luego no era miope.
-Nueva manera de cabras es ésa -dijo el duque-, y por esta nuestra región del suelo no se usan tales colores; digo, cabras de tales colores.
El duque se mosquea y se produce un inteligente cruce de pullas con Sancho.
-Bien claro está eso -dijo Sancho-; sí, que diferencia ha de haber de las cabras del cielo a las del suelo.
-Decidme, Sancho -preguntó el duque-: ¿vistes allá en entre esas cabras algún cabrón?
-No, señor -respondió Sancho-, pero oí decir que ninguno pasaba de los cuernos de la luna.
Bueno, pues el objeto astronómico que Sancho describe no es una constelación como aparece en nota a pie de página en mi volumen de Anaya sino un cúmulo abierto (agrupación de estrellas sin un centro claramente definido), compuesto por jóvenes estrellas de color azul que también reciben otros nombres como Las Pléyades o M45 (Messier 45), visible a simple vista, podremos ver hasta 7 estrellas muy juntas (la 8ª es francamente difícil) en la constelación de Tauro, por supuesto en un cielo sin luna y sin contaminación lumínica, pero un pequeño telescopio ya nos revela muchas más de este cúmulo que contiene sobre unas 500 estrellas. A finales de julio, en el hemisferio norte, sobre los 40º de latitud, "salen" por el noreste más o menos a las 2 de la madrugada, mejor esperar al otoño cuando es posible verlas a mejor hora y más altas sobre el firmamento.
Espero haber picado tu curiosidad y que intentes verlas. Sigue este enlace si quieres conocer un poco más de "Las Pléyades". Por mi parte, a partir de ahora, cuando vea las 7 cabrillas recordaré la "famosa aventura de la dueña Dolorida o de Clavileño".
Gracias por la aclaración sobre un punto en el que no había caído. Y bien vistos los caracteres de los que participan en el diálogo.
ResponderEliminarMuy interesante tu explicación astronómica que viene muy bien a un lego como yo.
ResponderEliminarSaludos
El mundo de las estrellas es apasionante pero estremece un poco...o mucho. Buscaré las cabrillas cuando esté en Palacios de Benaver, un pueblo pequeño con poca iluminación.
ResponderEliminar¡Qué poquita cosa somos, Firvulag!
Gracias
¡Bueno! Qué estupenda lección de astronomía. Nunca se me hubiera ocurrido comparar las cabritillas con "Las Pléyades". Gracias por la lección. Besotes, M.
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