viernes, 26 de noviembre de 2010

Don Quijote, una locura a debate.

Para el grupo de lectura del Quijote en La Acequia.

Tras leer en los blogs de Cornelius y de Myr sus excelentes entradas: ¿Está verdaderamente loco D.Quijote?  y El Quijote, salud y enfermedad como construcción social: Una respuesta a Cornelivs se me ocurrió realizar una pequeña aportación, más corta y no tan elaborada; atrevido que es uno.

Cervantes, cuerdo e inteligente, nos ofrece a un loco encantador, en ocasiones encantado, y le pone en su boca verdades que de otra forma le hubieran causado problemas con la Inquisición. En cuanto a Alonso Quijano me parece que cruza el límite entre realidad e imaginación convirtiéndose en Don Quijote, trasgrede las normas sociales de la época y en su afán de ayudar a la gente se cree un nuevo caballero andante. Alonso se vuelve loco pues pierde su personalidad y la nueva, Don Quijote, es la de un soñador, coherente con su mundo de fantasía caballeresca, con las suficientes hebras de locura para realizar un viaje, inconcebible para una persona cuerda, que inicia con gran entusiasmo, viendo lo que quiere ver y soportando todo tipo de palos.

Pero es a partir de su "cabezadita" en la cueva de Montesinos cuando se empiezan a romper algunas de esas hebras (ya ve ventas en lugar de castillos) y comienza a dudar sobre cuanto hay de realidad en "su sueño" y cuanto de fantasía. Que tiene dudas está claro (el acuerdo con Sancho, la pregunta a la cabeza encantada) pero también se mantiene en "su verdad" en el castillo de los duques.

Otra importante hebra de locura se rompe cuando no mantiene su palabra tras ser arrollado por la manada de toros; de hecho siente vergüenza y ya no da la cara (Cap. 58 de la 2ª parte). Creo que a partir de ese momento va a remolque de los acontecimientos hasta su derrota en Barcelona. De vuelta a su aldea, una vez desencantada Dulcinea, ya no le queda nada a lo que acogerse y acaba por tirar la toalla, momento este en que vuelve a ser Alonso Quijano, el hidalgo, que preso de la tristeza encuentra su fin. 

viernes, 12 de noviembre de 2010

La lectura del Quijote llegó a su fin.

Mi primer Quijote
Cogí el tren de la lectura colectiva del Quijote con tanto retraso que me tomé como reto personal alcanzarlo en el mes de Agosto a base de quintuplicar la frecuencia lectura del grupo leyendo todas las entradas escritas, comentarios incluidos, en el blog "La Acequia" de Pedro Ojeda, verdadera alma máter de este experimento, porque una cosa es explicar/compartir la lectura de un libro y otra muy distinta estar al pie del cañón, capítulo a capítulo, enseñando a todo aquel que se acerca a "La Acequia" como leer esta magna obra, explicando como sacarle todo el jugo a su lectura, demostrando, a lo largo de 2 años y medio, poseer el don de la constancia.

¿Cuantas lecturas del Quijote habrá promovido el profesor Pedro Ojeda? Estoy convencido que supera con creces a la suma de muchas clases de literatura en institutos. Por mi parte, sin esta inapreciable guía dudo que lo hubiera leído y aunque lo hubiese leído se positivamente que no hubiese alcanzado el grado de comprensión de la obra de Don Miguel que tengo ahora.

¡Gracias Pedro!

Me embarqué en una pequeño bote dispuesto a navegar en las tranquilas aguas de una acequia burgalesa a la que dos veces por semana el labrador burgalés Pedro Ojeda le abre una portilla para aportar agua fresca y clara con la que seguir navegando. Por delante veía mejores navíos que me servían como lejanos faros cuya luz me indicaba el largo camino a seguir.
 
Le di de firme a los remos para alcanzarlos y cuando lo conseguí dejé a un lado los remos, icé una minúscula vela triangular y dediqué mis esfuerzos a la tarea de observar sus diferentes jarcias, seguro de que la fuerza del agua cristalina de la Acequia me empujaba en la dirección correcta. Que suerte supone encontrarse arropado por grandes veleros, con aparejos tan diferentes como complementarios.
 
Veo el trirreme romano del tribuno Paulus Cornelius, una galera tuccitana bajo el mando de Don Manuel de la Rosa, un bergantín pintado a franjas amarillas y negras lleno de personajes que no paran de moverse, incluso atisbo a ver una pluma de ganso buscando un tintero, una blanca goleta que viene de Ibiza, un revulsivo bajel pirata, un galeón con una gran Z bordada en la vela mayor, un delicado junco cuyos marineros trabajan al son de los bellos versos que declama su capitana Kety, un veloz catamarán acostumbrado a cruzar la mar océana, un incansable drakkar proveniente de los mares del sur que en lugar de escudos lleva fotos, a cual más elaborada, un silencioso balandro construido con madera de los hayedos navarros de Irati, de la chalupa de otro burgalés, Paco Cuesta, me llega el sonido de música clásica y la nao salmantina de Pancho bien provista de acertados comentarios; pero hasta la chalana más pequeña cuenta para Pedro, un maestro que nos mima como si fuéramos sus hijos.
 
No sin pena llegamos al final del viaje, que no de la Acequia, y cada cual saca sus mejores galas, echando el resto, para celebrar la ocasión. Mis felicitaciones a todos vosotros, es todo un placer leeros y espero seguir haciéndolo en la nueva singladura que nos está preparando nuestro almirante Pedro Ojeda Escudero.