lunes, 28 de marzo de 2011

Viene la noche

Ya he terminado de leer "Viene la noche", el tercer volumen de la trilogía dantesca de Óscar Esquivias y creo que no seré el único en afirmar que esta novela es la que más me ha gustado, ¿verdad?. Y eso que nada más empezar piensas: ¿y esto como enlaza con las otras dos novelas?. Pues sí, enlaza y de que manera, ahora bien hay que dejar pasar casi medio libro y no leer las correspondientes entradas del blog de Myriam hasta finalizar el libro (entonces sí) pues lo destripa de una forma hábil y amena. 

Si la primera novela la veo como una novela histórica un tanto esperpéntica pero fácil de leer, a la segunda la encuentro como una fantasía delirante difícil de digerir, donde el contraste entre la realidad representada por los intrusos con los ciudadanos de derecho de la ciudad del Gran Rey y las disparatadas situaciones que se producen a lo largo del libro juegan en contra de un entendimiento racional. A la tercera novela, personalmente, la veo como una tragedia, la de Benjamín Tobes. 

El verdadero infierno lo lleva muy dentro Benjamín y aflora cuando muere su hermano Aurelio. A Benjamín le tocó vivir en su juventud una situación personal complicada: por un lado asesinan a un hermano, a un amigo de este y a su padrastro, y luego tiene que combatir en la guerra en el mismo bando de los que han cometido dicha atrocidad.

En los primeros días vemos a un Benjamín seguro de sí mismo y bastante egoísta, al que no le gustan los cambios que se operan en su entorno social, tales como la gran cantidad  de inmigrantes que se han establecido en su barrio, ni tampoco se preocupa de su entorno familiar, llegando a despreciar a Teresa, su mujer.

Ante el aviso del agravamiento del estado físico de su hermano, Benjamín viaja a Burgos con su hijo y este le da anticipadamente el regalo de Navidad al haberse olvidado en casa el libro, "Historia de dos ciudades", que iba leer en el tren. Sara le ha comprado dos libros que hablan de Burgos, la ciudad donde nació Benjamín. 

Estamos ante un guiño cervantino con la introducción de los dos primeros volúmenes de la trilogía, bien aprovechado por Óscar Esquivias para realizar una autocrítica de su obra. Benjamín le recrimina la frivolidad con que toma nombres de personas reales, los modifica ligeramente, o no, y les asigna comportamientos que no tuvieron. Todo esto le recuerda el horror de la guerra civil que vivió en Madrid. La carta que le escribe Benjamín a Òscar Esquivias es magnífica.

Ya algo tocado, pero todavía bastante entero, acude a la cena de Nochevieja a casa de Acacio y Julieta, los padres de Sara, donde se produce el punto de inflexión de su vida. El enfrentamiento de ambos consuegros es antológico, incapaces de ver que "donde las dan, las toman". Pero cuando su hijo y Sara  anuncian que quieren tener un hijo "sin sexo" a Benjamín se le rompen sus esquemas y a partir de ese momento entra en barrena: abandona la compañía de los poetas, sufre un lapsus de memoria y llega a tener un lapsus de memoria en uno de sus paseos (no recuerda ni su nombre y lo tienen que llevar a casa), su amante le abandona y descubre la situación de autoengaño en la que se encuentra su mujer.

Benjamín se ha vuelto pesimista, se encuentra viejo y enfermo (su próstata empeora), ve cercana la muerte y es Cebrianitos el que le intenta dar ánimos: "Yo llevo despidiéndome del mundo desde hace un puñado de años y aquí sigo, sin despegar." A lo que replica Benjamín: "Sé lo que me digo. Esto se acaba para mí, Cebrianitos. Ya no me quedan esperanzas, ni alegría, ni fuerzas, ni nada…. La vida se me va….. Ya todo me da igual." Y Cebrianitos le insiste: "…. Morirse es muy difícil, te lo digo yo", pero es Benjamín quién termina sentenciando: "Me parece que pronto vamos a ir los dos a pasear por las estrellas."

Mi último comentario sobre "Viene la noche" va a ser a propósito de un hecho curioso: aparece el río Leteo (su origen podemos rastrearlo en la mitología griega), cuyas aguas borran los recuerdos malos, en la página 141 ("Caen en el sueño más profundo,como si fueran un mismo organismo, un solo cuerpo que se hunde como un ancla en las mansas aguas del Leteo"). ¿Quiero esto decir que Jaime y Sara han alcanzado la cima de la montaña del Purgatorio y están a un paso del Paraíso?. 


Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía basada en la Guerra Civil de Oscar Esquivias que dirige desde La AcequiaPedro Ojeda Escudero.

sábado, 19 de marzo de 2011

Ébano

Tras los 2 primeros volúmenes de la trilogía dantesca de Óscar Esquivias me apetecía leer algo diferente antes de enfrascarme en el tercero; dicho y hecho, me puse con la lectura de "Ébano", un libro escrito por el periodista Ryszard Kapuscinski.

El cambio es radical, empezando porque Ébano no es una novela sino una serie de crónicas periodísticas en las que el autor nos muestra África, ese enorme continente impenetrable hasta el siglo XX, del que poco conocemos pues en general no tienen una historia escrita.

En su introducción Kapuscinski ya nos advierte: "Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Sólo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos "África". En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe."

Kapuscinski viaja a África en 1957 y vive la descolonización de primera mano. Evita la rutas oficiales, prefiere mezclarse con la gente. Nos cuenta pequeñas historias como puede ser la vida de los habitantes de una aldea alrededor de un mango, pero también la gran historia, como lo fue la tragedia de Ruanda. Desgrana los detalles de lo ocurrido en países como Tanzania, Etiopía o Eritrea, Uganda, Ruanda o Burundi por poner algunos países que recorrió en su periplo africano.

Nos explica tanto los orígenes de la colonización, remontándose al tráfico de esclavos, como los procesos políticos acaecidos en la segunda mitad del siglo XX. Relata el infierno de los niños soldado en Liberia, los señores de la guerra y el sufrimiento de la población pero también la hospitalidad de la gente, sus posesiones materiales (¿que pasaría si te dijeran que solo puedes llevarte de casa aquello que cabe en una palangana  de plástico?), la vida en el Sahel (la sabana africana), las comunicaciones por carretera (si la hay) o tren, o la paciencia que los europeos no tenemos.

Si lees "Ébano" puedes recomponer el mosaico del continente africano que Kapuscinski visitó a lo largo de 40 años y detectar como en sus escritos aspira a producir algún cambio en el mundo, es lo que se llama periodismo intencional.