domingo, 27 de junio de 2010

La herencia de los moriscos valencianos

Al leer en el capítulo XLI de la primer parte de El Quijote: "Dos o tres veces hizo este viaje, en compañía del tagarino que había dicho. Tagarinos llaman en Berbería a los moros de Aragón,..." se me hizo la luz y encontré el significado del nombre de un collado que se halla en la sierra de Aitana (provincia de Alicante), el Alt de Tagarina. De hecho esta sierra esta enclavada en las tierras de los últimos moriscos que fueron expulsados de España en 1610, territorio este con una toponímia claramente morisca con nombres como Benifato, Beniardá, Benimantell, Benilloba o el conocido Benidorm. El prefijo "Beni" significa "hijo de" y hay muchos pueblos al sur de la provincia de Valencia y norte de la de Alicante con esta herencia. Ejemplos tenemos de su laboriosidad y paciencia en los innumerables bancales de cultivo en laderas donde apenas había tierra que cultivar o en los senderos escalonados que construyeron para llegar a sus campos (algunos de ellos reconvertidos en rutas balizadas de senderismo como el PRV-147 en la Vall de Laguar, ambas cualidades las reflejamos en Valencia cuando decimos que una tarea es una "faena [tarea] de moros".

Podría hablar de leyendas moriscas como la del "Cavall Verd", de las últimas revueltas ante el hostigamiento cristiano o del total despoblamiento y hundimiento económico de estas comarcas valenciano-alicantinas, pero ya nos saldríamos del cometido de esta entrada cuyo nacimiento se debe a otro capítulo, el XXVI de la 2ª parte puesto que cuando Don Quijote oye decir al muchacho: "... que ya la ciudad se hunde con el son de las campanas que en todas las torres de las mezquitas suenan.", no puede evitar exclamar: " -¡Eso no! -dijo a esta sazón don Quijote-: en esto de las campanas anda muy impropio maese Pedro, porque entre moros no se usan campanas, sino atabales, y un género de dulzainas que parecen nuestras chirimías; y esto de sonar campanas en Sansueña sin duda que es un gran disparate." Pues bien aquí tenemos dos instrumentos musicales moriscos que entroncan con las tradiciones valencianas: el tabalet y la dolçaina.

La dolçaina fa parella amb el tabalet, sent ambdós instruments suficients per a amenitzar musicalment qualsevol festa al carrer. Bona cosa de la música popular valenciana es toca amb dolçaina i tabalet. Entre les melodies més belles per a ser tocada amb la dolçaina, en podem destacar la tonada de la Muixeranga. 

Traducción: La dolçaina y el tabalet son dos instrumentos ligados entre sí y suficientes para amenizar cualquier fiesta al aire libre. La mayor parte de la música popular valenciana se toca con dolçaina y tabalet. Entre las melodias mas bellas para ser tocada con la dolçaina destaca la tonadilla de la Muixeranga o ball de valencians, que es el nombre que recibe un conjunto de danzas y castillos humanos originarios de la Comunidad Valenciana, una tradición que se mantiene en la población valenciana de Algemesí.

lunes, 14 de junio de 2010

Los refranes de Sancho

Sancho cuando está en racha los suelta seguidos y de forma harto atropellada. Don Quijote, que en más de una ocasión se encontrará hasta el baciyelmo de oirlos, aprovecha para replicarle con su misma medicina.

Resultado: algunos son conocidos, otros aunque desconocidos son fáciles de entender pero algunos requieren una búsqueda de su significado y en esta labor me encontraba cuando localicé la página soriana dedicada al Quijote de la Asociación Alcozar, de la cual cito textualmente su presentación: "Con motivo de la conmemoración del IV Centenario de El Quijote, la Asociación Alcozar  ha abierto esta página (http://www.alcozar.net/quijote) para recopilar aquellas palabras y refranes, hoy en desuso, que aparecen en esta obra maestra de la literatura universal y que todavía se emplean (o se usaban hasta hace relativamente pocos años) en el lenguaje cotidiano de algunos pueblos de Soria".

Su lectura me ha venido de perlas, no solo para comprender los refranes, entender los vocablos que han perdido vigencia en nuestro siglo XXI y disfrutar las ilustraciones que acompañan cada una de sus páginas (Gustave Doré, Picaso, Dalí, viñetas de Chumy Chúmez o la foto de un Quijote de hierro en la Habana, por poner algunos ejemplos), sino también para recordar que hace unos años visité un lugar tan emblemático para Soria como es la "Alameda de Cervantes", magnífico parque enclavado en el casco urbano de la ciudad.

jueves, 3 de junio de 2010

Lo que se publica, ¿realidad o ficción?

En el capítulo XXXII de la primera parte, cuando ya tenemos más que asumida la locura de Don Quijote que cree en la certeza de los hecho relatados en los libros de caballerías, tenemos que el propio ventero, persona con escasa cultura pero con sus preferencias literarias muy claras: "mas si alguno quiere quemar, sea ese del Gran Capitán y dese Diego García, que antes dejaré quemar un hijo que dejar quemar ninguno desotros. (Don Cirongilio y el de Felixmarte)", tras la réplica del cura: "-Hermano mío -dijo el cura-, estos dos libros son mentirosos y están llenos de disparates y devaneos; y este del Gran Capitán es historia verdadera, y tiene los hechos de Gonzalo Hernández de Córdoba, el cual, por sus muchas y grandes hazañas, mereció ser llamado de todo el mundo Gran Capitán, renombre famoso y claro, y dél sólo merecido. Y este Diego García de Paredes fue un principal caballero, natural de la ciudad de Trujillo, en Estremadura, valentísimo soldado...", defiende el mayor interés que le despiertan los portentosos hechos de Don Ciringilio y de Felixmarte, despreciando al Gran Capitán y al Sansón de Extremadura.

Dorotea y Cardenio se percatan de cual es el problema real: "-Así me parece a mí -respondió Cardenio-, porque, según da indicio, él tiene por cierto que todo lo que estos libros cuentan pasó ni más ni menos que lo escriben, y no le harán creer otra cosa frailes descalzos.", el ventero no diferencia ficción de realidad. El cura insiste, para sacarle del error: "-Mirad, hermano -tornó a decir el cura-, que no hubo en el mundo Felixmarte de Hircania, ni don Cirongilio de Tracia, ni otros caballeros semejantes que los libros de caballerías cuentan, porque todo es compostura y ficción de ingenios ociosos, que los compusieron para el efeto que vos decís de entretener el tiempo, como lo entretienen leyéndolos vuestros segadores; porque realmente os juro que nunca tales caballeros fueron en el mundo, ni tales hazañas ni disparates acontecieron en él.", y lo hace jurando que es cierto lo que dice.

Bueno, pues ni así, el ventero le niega la mayor y se mantiene en sus trece: "-¡A otro perro con ese hueso! -respondió el ventero-. ¡Como si yo no supiese cuántas son cinco y adónde me aprieta el zapato! No piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy nada blanco. ¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas y tantos encantamentos que quitan el juicio!", poniendo el dedo en la llaga: si las autoridades han dado su permiso tiene que ser verdad lo escrito , de esta forma pone a la autoridad civil por encima de la religiosa haciendo tirar la toalla al cura: "tomad vuestros libros, y allá os avenid con sus verdades o mentiras, y buen provecho os hagan, y quiera Dios que no cojeéis del pie que cojea vuestro huésped don Quijote."

Pero el ventero no se convertirá en un nuevo Quijote al ser una persona con ambos pies en el suelo: "que no seré yo tan loco que me haga caballero andante: que bien veo que ahora no se usa lo que se usaba en aquel tiempo, cuando se dice que andaban por el mundo estos famosos caballeros.", simplemente defiende su fe en la verdad de lo escrito en los libros porque la autoridad permite su publicación.

El caso es que el ventero nos refleja un hecho actual: cambiemos libro por periódico y encontraremos muchos "venteros" que proclamarán a voz en grito la verdad de lo escrito sin contrastar mínimamente esa información, dándole credibilidad por el simple hecho de leerlo en un papel.

Junto a los “curas” que intentan abrir los ojos a los “venteros” encontramos a los “Cardenios/Doroteas” que reconocen desde el principio el convencimiento sin fisuras de estos y ven lo inútil del esfuerzo gastado en convencerlos de lo contrario. Parece que es el cura quién acomete una misión harto difícil cuando no imposible. Como veremos a continuación, también encontramos gente con capacidad de dudar, que se replantea lo leído/oído, aunque sea por interés propio ("Sanchos").

Descolocado se nos queda Sancho: "A la mitad desta plática se halló Sancho presente, y quedó muy confuso y pensativo de lo que había oído decir que ahora no se usaban caballeros andantes, y que todos los libros de caballerías eran necedades y mentiras, y propuso en su corazón de esperar en lo que paraba aquel viaje de su amo, y que si no salía con la felicidad que él pensaba, determinaba de dejalle y volverse con su mujer y sus hijos a su acostumbrado trabajo. " que como no sabe que pensar del tema opta por esperar a ver si hay beneficios. A Sancho, que ha creído en las razones de Don Quijote, se le presenta un dilema donde empezará pesando más el interés propio y acabará por ser mayor el lazo de la amistad que le unirá a Don Quijote para inclinar el fiel de la balanza siempre al mismo lado: quedarse con Don Quijote.