Arturo Pérez-Reverte nos relata la batalla de Trafalgar desde la óptica tanto de la oficialidad como de los marineros, carne de cañon reclutada a la fuerza. Lo hace metiendo un inexistente buque en la armada franco española. Si somos capaces de no vernos afectados por los términos marineros disfrutaremos de una buena novela que con un lenguaje actualizado a nuestros días se encarga de exponer la desastrosa política española, totalmente subordinada a los intereses de Napoleón, y la corrupción y desidia que provocaron el hundimiento en el dique seco de la armada española a la par que seremos partícipes de una desastrosa confrontación perdida antes de su inicio.
Pérez Reverte demuestra su buen oficio al meternos de lleno en la batalla, viviremos los prolegómenos del combate y una vez metidos en la refriega esperaremos con el corazón en un puño la siguiente andanada de los cañones de la Pérfida Albión sobre nuestro navío, el Antilla. De los tres personajes en que se centra la narración me quedo con el marinero Nicolás Marrajo Sánchez, reclutado a la fuerza como tripulante del Antilla.
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